martes, 9 de agosto de 2011

China, ante el dilema de la sucesión

En 2012, el liderazgo de la República Popular deberá ser renovado


Antonio Sánchez-Gijón.– Tan pronto como la secretaria de Estado Hillary Clinton terminó su agenda en Honkong a principios de la semana pasada, tomó un coche y pasó al continente para entrevistarse con el guru de la política exterior china, Dai Bingguo. La existencia y la importancia de este Dei, consejero de Estado de la República Popular China, nos fue revelado a los que no somos sinólogos profesionales por Henry Kissinger, el ex-secretario de Estado de los presidentes Nixon y Ford, en su reciente libro "On China". Kissinger prácticamente hace votos en su libro por que China adopte el "Camino del Desarrollo Pacífico", predicado por Dei, persona a la que sin duda admira y con la que ha intercambiado opiniones durante diez años.

En este sentido, Dei es una adición a la lista de dramatis personae con las que Kissinger gustaba cruzar su florete en combates intelectuales, como Zhu Enlai, el eterno primer ministro de Mao, Deng Xiaoping, el presidente que puso patas arriba la China de éste, o sus coloquios "de ultratumba" con los cancilleres Bismarck y Metternich, por decir sólo los más notables de sus interlocutores.

El artículo a que se refiere Kissinger fue publicado por el ministerio chino de Asuntos Exteriores en diciembre del 2010, y por lo tanto puede considerarse una declaración oficial de intenciones del gobierno de Pekín. Dei afirma que la política propuesta "es el resultado de un profundo reconocimiento de que tanto el mundo como la China de hoy han sufrido enormes cambios, al tiempo que las relaciones de China con el mundo han contemplado cambios similares; de ahí que sea necesario aprovechar tal realidad y adaptarnos al cambio". Habiendo partido hace treinta años de un desarrollo basado en la lucha de clases, dice Dei, China ha pasado a la construcción económica por medio de la modernización socialista, y "de un estado de aislamiento y de un aislamiento centrado en la autosuficiencia, a abrirnos al mundo exterior y al desarrollo de la cooperación internacional". Dei podía haber añadido: también hemos pasado a la sociedad de consumo (al menos gran parte de la sociedad) y al rango de segunda potencia económica del mundo.

Esta reafirmación de la política china, iniciada bajo el liderazgo de Deng Xiaoping en los años ochenta, llega en vísperas de otra de esas crisis aurorales que se producen en China con la llegada de una nueva generación de líderes. La próxima (la quinta según los sinólogos) ocurrirá en 2012, cuando el comité central del partido comunista elija al sucesor de Hu y éste a su vez proponga probablemente un nuevo primer ministro que suceda al actual, Wen Jiabao.

Puede esperarse, por tanto, que la gran cantidad de problemas que se están acumulando en la agenda china se vean condicionados por la perspectiva de un cambio de liderazgo, con los peligros (y oportunidades) que tales sucesos conllevan. De momento China ve cómo se le acumulan los problemas. Sus problemas, además, tienen una proyección sobre la seguridad internacional, tanto en el plano económico como de la geopolítica.

Extrañará que no comience aludiendo a los problemas económicos internos y su proyección exterior, sobre todo a través de la deuda norteamericana atesorada por el Banco Central chino. Antes de hacerlo hay que pararse en la estructura de poder china: un partido comunista de 80 millones de miembros, dirigido por un comité central, frente al que han surgido muchos nuevos líderes regionales que han alcanzado preeminencia nacional en estos años de crecimiento y transformación acelerados. Pero se trata también de un partido osificado, alejado por supuesto de las masas proletarias o campesinas, pero también de las clases medias emergentes que se han formado gracias a más de veinte años de acelerado crecimiento de la industria y el comercio interior e internacional, y que sigue integrado principalmente por funcionarios, militares y élites profesionales de todo tipo. Deben esperarse, pues, fuertes tensiones políticas tanto en el partido como en la calle.

El gobierno, sin embargo, no da muestras de aflojar su control sobre grupos de derechos humanos y religiosos, especialmente cristianos, que son vistos por el liderazgo como una infiltración de ideas extrañas al credo oficial. Este último consiste básicamente en paz con todos los vecinos, crecimiento interno basado en la exportación gracias a una moneda infravaluada, y todo ello bajo el dogma obsesivo de la estabilidad interna. No todo el mundo está contento con un modelo de desarrollo que es prácticamente capitalista. Un alto mando militar, el general Liuo Yeun, considera que la política socio-económica del gobierno sirve intereses extranjeros y pide un retorno a los viejos principios revolucionarios. No obstante, no parece haber peligro de una involución promovida por los militares.

A menos que...

A menos que el modelo económico entre en crisis. Aunque tal crisis no parece inminente, muchos rasgos del modelo de desarrollo vigente se están poniendo en cuestión. Uno de ellos es el crecimiento incontrolado de la deuda de las autoridades provinciales y locales, todas ellas decididas a dotarse de las mejores infraestructuras, como la ciudad de Wuhan, la novena más grande del país, con planes de infraestructuras por $120.000 millones. Moodys Pekín manifestó, a primeros de julio, la sospecha de que la autoridad superior de cuentas del estado ha minusvalorado los riesgos incurridos por la banca en su apoyo a los planes de los gobiernos locales. Y en España ya sabemos lo que eso significa. Fuentes solventes estiman la deuda local y provincial en $2,2 billones.

A estos riesgos se añade la incertidumbre sobre la calidad de las infraestructuras, como ha puesto de relieve el reciente accidente del TGV chino que ha obligado a una reducción de la velocidad media. Fuentes de información de todo tipo señalan la existencia de un vivo debate en el liderazgo sobre la revisión de los planes de expansión para siete grandes sectores industriales, que iban a constituir el salto a un nuevo modelo de economía industrial, basado en el avance tecnológico.

El gobierno, sin embargo, se siente seguro sobre unas reservas equivalentes a $3 billones, la mitad de ellos en dólares, ayudando así a mantener fuerte la moneda de los Estados Unidos y por tanto la estabilidad del sistema financiero internacional. Esta política de sostenimiento del dólar obedece a un plan maestro que mira al exterior, de mantenimiento de la paz y la estabilidad internacionales a toda costa. China no hace más que dar muestras de tal voluntad, especialmente de cara a los Estados Unidos.

Es algo que el jefe de la junta de jefes de Estado Mayor de este país, almirante Mike Mullen, acaba de reconocer en un artículo en The New York Times, comentando la vista a Washington del jefe del Ejército Popular de Liberación, general Chen Bingde, en mayo, y la suya propia a Pekín a primeros de julio, con muchas discusiones y un poco de "tú me enseñas a mí tus Predators, yo te enseño a ti mis nuevos cazas SU-27 y submarinos". No obstante, no todo son guiños simpáticos entre las dos superpotencias: Estados Unidos está inquieto por la afirmación de derechos exclusivos chinos sobre el mar del Sur de China, en disputa con una serie de naciones litorales de ese mar.

Mucho dependerá de cómo vean las potencias occidentales y las de Asia del Sur algunos signos de afirmación militar china, como la próxima botadura del primer portaviones, la construcción de misiles antinavales (DF-21D), que pueden ser disparados desde tierra y con un alcance suficiente (1.500 km o más) para disuadir a los portaviones norteamericanos de acercarse a las cosas chinas, y el avión Chengdu J-20, de tecnología "sutil" (stealth).

Quizás los intercambios militares en curso, entre China y los Estados Unidos, logren lo que Dei Biggou asegura que fue la convicción mas profunda de Deng Xiaoping: "Si algún día China tratase de ejercer la hegemonía mundial, los pueblos del mundo deberían denunciarlo, oponerse e incluso combatirla. En este punto, la comunidad internacional tiene derecho a vigilarnos". Amén.

Publicado en Capital Madrid.com el 29 de julio 2011

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