lunes, 22 de agosto de 2011

OTRA CRISIS DE LIDERAZGO EN JAPÓN

Se produce en el momento más inoportuno cuando la economía se recupera


Antonio Sánchez-Gijón.– La recuperación de Japón después del terremoto, el tsunami y el desastre nuclear de Fukushima va viento en popa: la producción fabril creció 3,9% en junio, y el cálculo para julio es del 2,2%. Se prevén crecimientos fuertes en los meses inmediatos, hasta que la capacidad perdida por aquellas catástrofes sea totalmente recuperada. Este impulso, sin embargo, se verá afectado por la crisis política del partido gobernante, el Democrático de Japón (PDJ) y contrarrestado por una fuerte revaluación del yen, en correspondencia con la fuerte devaluación del dólar y otras monedas, y unas sombrías perspectivas económicas en gran parte del mundo. Si el yen estaba en 2010 en torno a los 83-84 por dólar, en agosto se ha situado en 76,25 por $1. Así, el yen aumenta su importancia como moneda-refugio, aunque como contrapartida la revaluación reduce el valor de repatriación de las ganancias empresariales en el extranjero.

En esta fluctuante situación, cuando más falta haría un gobierno fuerte que echase una mano a la economía mundial, el gobierno de Naoto Kan se halla sumido en otra crisis de sucesión, que hará que a finales de mes el primer ministro sea sustituido por otro hombre de su partido. El PDJ tiene tanta tendencia a las crisis como el partido liberal democrático, que lideró durante decenios la vida política de Japón y protagonizó su asombroso boom de los años setenta y ochenta, pero también los decenios de estancamiento que siguieron.

El primer ministro Kan habrá estado en el poder poco más de un año. En efecto, sucedió a Yukio Hatoyama en junio de 2010, quien dimitió debilitado por el conflicto con los habitantes de Okinawa sobre el futuro de la base norteamericana en esa isla. En las elecciones generales del 2009 el partido se había presentado con la propuesta de desplazar la base, y por eso pudo Hatoyama contar con el apoyo del partido socialdemócrata. Sin embargo, no le fue posible superar los problemas diplomáticos e internos que la retirada crearía, y quiso retractarse, lo que hizo que los socialdemócratas retiraran su apoyo al gobierno, lo que a su vez causó que el PDJ perdiera la cámara alta. Tan pronto como Kan sucedió a Hatoyama, comenzó su propia erosión política al sugerir doblar el impuesto del 5% sobre las ventas y al aparecer como débil ante las presiones de China para liberar a un capitán de barco chino, apresado en aguas que Japón alega como propias, y la disputa territorial de China sobre la soberanía japonesa sobre las islas Senkaku/Diaoyu. Tampoco logró que los okinawenses aceptaran que la base norteamericana fuera trasladada a otro lugar... de Okinawa.

Hasta el fin de semana recién pasado no había un candidato claro al liderazgo del PDJ. Se han postulado a sí mismos varios ministros, entre otros el de Hacienda, Yoshihiko Noda, quien acaba de declarar que no va a subir los impuestos, aunque siempre se le ha atribuido esa intención. Contra Noda se han elevado los sectores de opinión extranjera opuestos a las tendencias revisionistas de muchos japoneses sobre el comportamiento de su país durante las ocupaciones de China, Corea, Filipinas, etc. antes y durante la segunda guerra mundial. En efecto, en 2005 Noda reivindicó el honor de muchos militares condenados como criminales de guerra y cuya condición de tales Japón mismo había tenido que reconocer expresamente, por el tratado de paz de San Francisco, de 1952.

También son candidatos el anterior ministro de Exteriores Seigi Mahehara, el de Agricultura Michihiko Kano, el de Economía Banri Kaieda y otros más. Todos deben ganarse el apoyo de las dos figuras claves del partido, es decir, su presidente, Hatoyama, que comanda un grupo de unos treinta diputados, e Ichiro Ozawa, anterior líder del partido y que comanda la lealtad de 120 legisladores.

La selección de candidato parece que va a ser tan expeditiva (aunque ligeramente más democrática) como la del nombramiento de nuestro Alfredo Pérez Rubalcaba como candidato del PSOE a las elecciones generales y su autoproclamación como líder del partido, hace un par de semanas. En efecto, el PDJ se ha dado a sí mismo dos días de discusión de las candidaturas, en el 27 y el 28 de agosto, y ha fijado la elección para el día 29. Los dirigentes del partido alegan que urge resolver la cuestión del liderazgo porque hay que aprobar el tercer presupuesto extraordinario para la reconstrucción post-terremoto y post-Fukushima, así como el presupuesto para el próximo año.

La conjunción de las catástrofes y la crisis económica mundial reclaman un liderazgo fuerte de Japón, que posiblemente sus fuerzas políticas no están en condiciones de proporcionar. En realidad, no lo están porque la sociedad no lo demanda con fuerza imperativa. La japonesa es una sociedad avejentada, y las demandas de bienestar de sus amplias mayorías ya están básicamente satisfechas. Es un país de status quo. Aunque existen algunas capas de pobreza, hay una resistencia maciza a elevar los impuestos; el político que lo propone cae fulminado. Lo mismo le pasa a los que proponen reformar los sectores industriales y sociales favorecidos por los subsidios.

Las finanzas nacionales, sin embargo, permiten todavía cierto desahogo. En efecto, con una deuda pública a largo plazo de $10,3 billones y un ahorro nacional de $18 billones, el gobierno tiene aún recorrido para afrontar el déficit de $0,53 billones del presupuesto del 2011 y afrontar los gastos de reconstrucción, que pueden oscilar entre $50.000 y $70.000 millones, a los que habría que añadir en los próximos años hasta más de $1 billón para las obras de infraestructuras que protegerían al país contra desastres como los de marzo del 2011.

El esfuerzo de reconstrucción podría contrarrestar en parte el efecto adverso de la apreciación del yen. Muchas grandes empresas están pensando en llevar su producción fuera del país, si el yen sigue subiendo.

En resumen, lo que vemos en Japón, hasta hace poco la segunda economía del mundo y ahora la tercera, es un país que necesita que un líder se atreva a "echar el país p'adelante" con la reconstrucción, y que existe la necesidad de que una economía que todavía no se halla al borde del abismo empuje un poco al resto del mundo. Veremos.

Publicado en Capital Madrid.com el 22 de agosto de 2011

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