viernes, 22 de julio de 2011

De las revoluciones árabes a la batalla en la Asamblea General de la ONU en septiembre

Publicado en Capital Madrid Com el 19 de julio 2011


GEOESTRATEGIA

De las revoluciones árabes a la batalla en la Asamblea General de la ONU en septiembre

Antonio Sánchez-Gijón.– Desde ahora hasta finales de septiembre, los focos de la comunidad internacional sobre un mundo árabe en erupción no se concentrarán tanto en las revoluciones de la llamada "primavera árabe" como en el intento de la Autoridad Nacional Palestina de conseguir el reconocimiento por las Naciones Unidas de su existencia como estado independiente. La "primavera" ha consumido la mayor parte del combustible revolucionario, mientras que la cuestión de la estatalidad palestina posee potencial para cambios significativos del escenario general de Oriente Medio. El presidente Abbás y su Autoridad Palestina han elegido bien el momento de su iniciativa: las revoluciones han sido la ocasión para que las poblaciones árabes renueven su apoyo a la causa palestina; un apoyo sofocado habitualmente por los regímenes árabes dictatoriales, al considerarla una amenaza y una contestación a los acomodos diplomáticos a que se veían obligados, dada su debilidad económica y militar, con las mismas potencias que garantizan la seguridad de Israel.

La prueba más notable de este cambio contrario a los intereses israelíes es la apertura de la aduana de Rafah por Egipto, que elimina las restricciones principales al comercio y tránsito de personas con Gaza, y que ha roto el bloqueo israelí. Otra muestra ha sido la utilización por Bashir al-Asad de Siria de masas juveniles para romper las barreras entre Siria y el territorio ocupado por Israel, como treta oportunista para desviar la tensión interna al exterior. La reciente iniciativa de unificación entre las fuerzas de Hamas y la OLP es una respuesta a la presión de los regímenes monárquicos árabes para mantener viva una causa exterior, que alivie la presión social y política interior, exigiendo a Hamas que acepte el principio de dos estados (Israel y Palestina) sobre el territorio de la Palestina histórica. En general, la unidad interna palestina ayuda a mantener el status quo político-social de los países árabes, ya que así éstos se ahorran tener que tomar posturas divisivas en la vidriosa cuestión de sus hermanos palestinos.

Si el escenario "doméstico" se ha vuelto más desfavorable para Israel, el escenario mundial después de septiembre amenaza con no ser más grato. Esto lo ve venir el último jefe del Mossad, Meir Dagan (2002-2010), según nos cuenta el servicio de inteligencia Stratfor. En efecto, Dagan ha calificado el rechazo de Israel a la propuesta Saudí de 2002, de un acuerdo de paz sobre las líneas de separación previas a la guerra de 1967, "imprudente e irresponsable". Mientras los primeros ministros israelíes Sharon y Olmert dieron todas las pruebas de caminar hacia la aceptación de dos estados, aproximadamente con aquellas fronteras, el actual primer ministro, Netanyahu, jefe de un gobierno sostenido por la ultraderecha y los religiosos más ortodoxos, lo ha rechazado por los supuestos riesgos de seguridad derivados de esas fronteras.

El modelo de "The Hebrew Republic"

Los años de Sharon y Olmert habían sido de pacificación casi general de los territorios ocupados; durante ellos fue posible la formación de gobiernos estables palestinos así como un importante desarrollo económico-social, que hizo concebir a muchos israelíes la esperanza de que la solución de los dos estados conduciría a la formación de una unión económica israelo-palestina, destinada, por la inventiva y productividad de sus poblaciones, a tener un impacto decisivo en el anquilosado mundo de Oriente Medio. En otra ocasión presentaré las líneas esenciales de este proyecto, animado infatigablemente por Bernard Avishai (Bernard Avishai Dot Com), un empresario e intelectual israelo-norteamericano, autor de "The Hebrew Republic", y uno de los polos más activos de movilización de la opinión israelí contra los errores y abusos del gobierno de Netanyahu, especialmente contra su política de asentamientos ilegales, que están llevando, según él, a Israel al extremismo religioso y étnico, y a la debilitación creciente de los principios del estado de derecho, como muestra, en su opinión, la reciente aprobación de una ley que declara ilegal proponer boicots a los productos de los asentamientos ilegales que se mercadean en Israel, como proponen algunos grupos contestatarios. Esta ley, en su opinión, constituye un freno a la libertad de expresión política.

El modelo de agitación diplomática

Veamos ahora la panorámica palestina. La iniciativa de las Naciones Unidas no tiene, en realidad, ninguna posibilidad de conseguir los dos estados, aunque dará a los palestinos una importante vara alta que blandir sobre Israel. En efecto, Palestina no puede ingresar, por lo menos en septiembre, como estado independiente en las Naciones Unidas, porque el Consejo de Seguridad no podrá siquiera proponer a la Asamblea General su ingreso, dado que por lo menos los Estados Unidos ejercerán su veto al documento que el Consejo debe trasladar a la Asamblea General con la propuesta. Teóricamente, Palestina podría obtener el status de estado independiente si un grupo significativo de estados lo reconocieran como tal (no se es estado porque la ONU lo diga, sino porque otros estados te reconocen; recuérdese la posición de España y Corea del Norte fuera de la ONU en los 40 y parte de los 50 del pasado siglo), pero es impensable que algún estado americano (quizás Cuba, Nicaragua y Venezuela serían las excepciones) o europeo lo reconocieran, o Rusia y China. No debemos pensar, sin embargo, que una cosa tan obvia se le ha pasado por alto a la Autoridad Palestina. Nadie con sentido común quiere venir al mundo apadrinado por Castro, Ortega y Chávez).

Así que lo más probable es que el gobierno palestino pida a la Asamblea General la declaración formal de que Palestina posee muchos, si no todos, los requisitos para ser admitido como estado independiente, pero no necesariamente su entrada inmediata. En expresión del presidente Abbas, en su artículo en el New York Times del 17 de mayo, Palestina posee muchos de los atributos para ser reconocida como estado: una población permanente, un territorio demarcado por las fronteras de 1967, derecho a la autodeterminación reconocido internacionalmente, y el reconocimiento efectivo como agente internacional por el banco Mundial, el FMI, y la Corte Internacional de Justicia (2004).

Es razonable, pues, prever que la Autoridad Palestina busque (conseguirlo es otra cosa) que la Asamblea General recomiende al Consejo de Seguridad que le presente, para su aprobación por dos tercios de la Asamblea, la propuesta de admisión de un nuevo estado llamado Palestina. Este itinerario, jurídicamente no resolutivo, es suficientemente embarazoso para quien tenga que ejercer su veto en el Consejo de Seguridad. Y, desde luego, también para Israel, que puede esperar una aceleración de la presión internacional para que abandone por negociación los territorios ocupados, y sufrir un reguero de denuncias contra los abusos reales y figurados causados por la ocupación.

Antonio Sánchez-Gijón es analista de asuntos internacionales

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